ASÍ SON LOS ROSTROS DEL CANNABIS MEDICINAL Y LA EPILEPSIA
Contar la historia de Margarita Garfias y su hijo, Carlos Avilés, no es fácil; se trata de un relato con puntuales negligencias médicas, intereses que no priorizan la salud de las personas y de injusticias que hacen una vida difícil aún más complicada. Sin embargo, también es una historia que hoy se encuentra en un momento más avanzado. La doctora Mafer Arboleda ha acompañado a Margarita desde hace algunos años y hoy puede medicar a su hijo, Carlos Avilés, con medicinas basadas en cannabinoides, grado farmacéutico, las cuales han sido producidas, aprobadas y cuentan con registro sanitario en Colombia; sí, Margarita tuvo que viajar a ese país para adquirir un producto seguro para su hijo, ya que hoy la COFEPRIS no ha dado los pasos necesarios para que se produzcan y se puedan comprar tratamientos médicos reales a base de cannabinoides por una vía legal y con todas las garantías de seguridad para los pacientes en México.
Sin embargo, y por desgracia, esta terapia cannabinoide que hoy impacta de forma positiva en el control de crisis convulsivas y calidad de vida no solo de Carlos, sino de toda su familia, no se puede necesariamente extrapolar a otros enfermos y sus cuidadores, por esta falta de implementación regulatoria que limita el acceso a medicamentos con base en cannabinoides, los cuales deben contar con todos los estándares de calidad y respaldo sanitario en el país. Para conocer su lucha, Margarita Garfias, quien recientemente recibió el Premio Nacional de Derechos Humanos por su labor, cuenta su historia, que muestra el verdadero rostro del cannabis medicinal y la epilepsia refractaria*, a poco tiempo de conmemorarse el Día Púrpura, el próximo 26 de marzo, donde se busca concientizar sobre este difícil padecimiento médico.
Margarita: Carlos fue un niño supuestamente prematuro (y digo supuestamente porque nació en la semana 37). Estaba hipotónico (sin tono muscular) y en lugar de hacer análisis me dijeron que era porque fue prematuro y que me lo llevara a casa y lo alimentara con jeringas de insulina (porque no tenía fuerza para succionar). Al llegar a casa e intentar alimentarlo se empieza a poner morado. La poca leche que se le dió en el hospital hizo que se broncoaspirara. Lo llevamos de inmediato al hospital más cercano, llegó con paro cardiorrespiratorio y tardaron 14 minutos en recuperarlo ya con daño multisistémico, sobre todo en corazón, riñones y cerebro. Por lo que se quedó internado mes y medio en la UCIN (Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales).
Sí, si hubieran hecho análisis en lugar de asumir que era prematuro se podría haber prevenido. Desde que salimos del hospital, después de casi dos meses de estar internado, Carlos salió con medicamentos por horario: antiepilépticos y gástricos.
Sí, los infantes con síndromes epilépticos convulsionan no una, no dos, no tres, ni diez veces al día; convulsionan por cientos y que con cada convulsión piensas que se puede convertir en un estado epiléptico y que vas a terminar en el hospital. Es un estrés tremendo no solo para ti, para toda la familia. Había ocasiones en las que tenía que hablar a la escuela de mi hija para avisar que no iba a llegar porque tenía que internar a su hermano. Era mucha angustia para mi hija si yo me retrasaba, aunque fueran unos minutos, porque no sabía si yo ya estaba en el hospital con Carlos o era por el tráfico.
A los 12 años el estado de salud de Carlos se había deteriorado mucho. Esos estados epilépticos no se contaban por minutos, se contaban por días. Hay otras crisis epilépticas que no son de movimiento, sino de ausencia. Yo hago una comparación muy burda con un teléfono celular cuando no tiene batería: está, pero no puedes hacer nada con él. Lo mismo pasa con Carlos, lo ves, pero no está, no reacciona, no come, nada y su cerebro se está convulsionando. La que más le duró fue de tres semanas, que incluso al inducirlo al coma barbitúrico no paró y tuvo que pasar a terapia intensiva; no cedía, tuvimos que firmar la orden para desconectarlo y no revivir en cuanto se diera el paro cardiorrespiratorio. Entonces le dije al doctor que quería probar con aceite de cannabis.
Yo pensaba “solo será una vez porque ahí vienen los medicamentos”, porque ya se había publicado en 2017 la modificación a la Ley General de Salud que confería un valor terapéutico al cannabis, y todos esperábamos que en enero de 2018 se publicara un reglamento por parte de la Cofepris que dijera quién, cómo, cuándo y dónde íbamos a comprar los medicamentos. Pero no fue así. Ahí fue cuando Luisa Conesa, una gran abogada, junto con todo su equipo, me aconsejó ampararme porque cultivar tiene consecuencias penales. Y en el 2018 nos amparamos. Yo tenía todo lo que había involucrado la atención médica de Carlos antes y después del cannabis. ¡Era impresionante! Tan solo de los dos años anteriores al cannabis teníamos un expediente de recetas y gastos médicos de más de 30 centímetros de alto.
Junto con Luisa Conesa en este amparo se logran 5 cosas muy importantes:
Lo que sucede fue que la Secretaría de Salud, a través del IMSS, y Cofepris fueron las instituciones designadas para materializar este proyecto y no lo hicieron. Ahí fue cuando conocí a la Dra. Mafer Arboleda, quien tenía experiencia con los medicamentos que necesita Carlos y, muy linda, se ofreció a capacitar a los doctores del IMSS, pero no querían y pronto se cortó la comunicación. Un día me dicen que ya tienen mis medicamentos y cuando comenzamos a revisar los documentos, que eran de una empresa de estas que quieren lucrar con la necesidad de las personas y que hacen negocio con la especulación, traían un aceite de Suiza y un polvo de Colombia y los pusieron en un frasco con aceite de oliva y ese era el aceite para mi hijo; sin análisis de contenido y estabilidad, sin haber sido probado en humanos… Y me negué a recibirlo. Mi hijo no es rata de laboratorio, Carlos ya ha pasado por muchas cosas que han puesto en riesgo su salud y no es justo que teniendo medicamentos quieran experimentar con él; Carlos merece lo que merece cualquier paciente en el mundo y es recibir un medicamento con garantías de seguridad, de calidad, libre de contaminantes, y con uso probado en humanos, etcétera.
Recibí el año pasado el Premio Nacional de Derechos Humanos, que significa una parte de dinero y una medalla que entrega el presidente (y que aún no me la han dado), pero la parte del dinero sí; así que con eso viajamos a Colombia para comprarle a Carlos sus medicamentos. El reglamento actual de cannabis, en su artículo 32, te permite que puedas viajar con los medicamentos basados en cannabinoides que necesite algún paciente, siempre que tengas su receta médica. Recientemente un Tribunal Colegiado dictaminó que la Secretaría de Salud a través del IMSS necesita cumplir con lo establecido en la sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ya que lo realizado hasta el momento no cumplía con lo establecido por la corte.
Ya no tener miedo. Te da paz si tienes que acudir a un hospital por una emergencia, poder presentar un medicamento con receta médica; no tener la incertidumbre de ser criminalizada, terminar en la cárcel hasta por 15 años. Yo le he dicho a los médicos, pruebas ya tenemos con Carlos, a través de la ilegalidad, que la Cannabis funciona, pero no será su conejillo de indias.
El 26 de marzo se lleva a cabo el Día Púrpura que busca generar consciencia y dar más visibilidad a la epilepsia en sus distintas formas. Conoce más sobre esta enfermedad que afecta alrededor de 50 millones de personas en el mundo:
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS